Las elecciones generales de Perú en el año 1980 fueron, oficialmente, las primeras en que la población analfabeta pudo votar. Sin embargo, esto no se logró con facilidad. De hecho, el Jurado Nacional de Elecciones tuvo que ampliar la fecha de inscripción pues habían sido registrados únicamente 400 000 de ellos y esto privaría la representatividad de su población. Otro de los grupos pobremente representados en el proceso electoral fue el de las mujeres peruanas, que llevaba menos de 20 años con la facultad de ejercer su derecho al voto (otorgado por el ex presidente Odría).
La población femenina peruana no había alcanzado todavía un desarrollo completo de decisión política, pues aún se encontraba bajo yugos como la santificación de la maternidad, el culto al matrimonio y la devoción al género masculino. Estas taras sociales conseguían que el voto femenino fuera tachado de “débil” y no representativo. Sin embargo, otro factor importante era el de las clases sociales y el centralismo, que dividía a las mujeres entre quienes tenían acceso a medios de comunicación y difusión mediante los cuales pudieran informarse antes de la jornada electoral, y mujeres en su mayoría racializadas y oprimidas por estructuras económicas, sociales, políticas y culturales, que no podían ejercer con plenitud la facultad electoral recién concedida. Por ende, la ideología y definición de la mujer peruana en 1980 como “de izquierda” o “de derecha” es casi imposible de rastrear, pues además de encontrarse en un planteamiento meramente subjetivo, se encontraba todavía alejado de las prioridades de esta población.
Cabe resaltar que durante este periodo electoral, la falta de consolidación de la izquierda peruana fue uno de los factores importantes que terminó por darle una victoria holgada a Fernando Belaúnde Terry de Acción Popular, logrando su segundo mandato no consecutivo y asimismo la transferencia del poder militar a los civiles. Con esto se recuerda en el Perú el regreso de la democracia mediante procesos históricos como la devolución de los medios de prensa que habían sido tomados por militares y la promulgación de la nueva Constitución Política del Perú (previamente elaborada por la Asamblea Constituyente).
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FBT se convirtió en símbolo de democracia luego de su segundo mandato. |
Fernando Belaúnde Terry (fallecido hace dieciséis años) culminó su mandato cinco años después convirtiéndose en un referente importante para la democracia peruana, así como de honestidad y honradez pues no enfrentó ningún juicio por corrupción en ninguno de sus dos periodos electorales. El proceso electoral de 1985, sin embargo, arrojaría a Alan García Perez, uno de los ex mandatarios más cuestionados por el pueblo peruano, como ganador de la contienda. Las leyes de la época obligaban a un joven García a enfrentarse en una segunda vuelta con Alfonso Barrantes de la Izquierda Unida, quien obtuvo el 21% de los votos emitidos. Sin embargo, éste último declinó el proceso, por lo que Alan García fue declarado presidente del Perú hasta el año 1990, cinco años que quedarían grabados en la memoria del pueblo peruano como un periodo de hiperinflación económica y medidas perjudiciales usadas en desesperados intentos por controlarla, como lo fue la estatización de la banca privada. Esto llevó al Perú a periodos gravísimos de crisis como la devaluación de la moneda, la escasez de productos de primera necesidad, la especulación, y al cambio inevitable de la moneda oficial dos veces (el inti y el sol), pues éstas perdían su valor con extrema rapidez. Alan García también fue cuestionado por la estrategia antisubversiva de su gobierno, pues grupos terroristas como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru iban ganando fuerza desde el gobierno de Belaúnde Terry pero alcanzaron un auge extremadamente violento entre 1986 y 1988, cuando ya se había dado el cambio de mando.
Es cuando culmina su mandato, en 1990, que las elecciones convocadas ponen al pueblo peruano a la expectativa de un nuevo jefe de estado que logre contrarrestar la situación subversiva que ha bajado considerablemente la calidad de vida, y que logre recuperar la estabilidad económica que no fue bien manejada por Alan García Perez.
Alan García pasó a la historia como uno de los peores gestores económicos del Perú. |
La preferencia electoral parecía estar en el escritor Mario Vargas Llosa, quien postulaba por el Frente Democrático. Sin embargo, surgía lentamente un nuevo candidato que en ocasiones parecía ser apoyado por sectores de la izquierda peruana y por el mismo Alan García por mera estrategia política. Su nombre era Alberto Fujimori Fujimori. Sorpresivamente, éste último logró pasar a segunda vuelta junto al ahora premio Nobel de Literatura Vargas Llosa. Los únicos dos candidatos de Izquierda (Izquierda Socialista e Izquierda Unida), Henry Peace y Alfonso Barrantes, apenas alcanzaban el 12% de votos emitidos juntos, por lo que la izquierda peruana comenzó a inclinar su balanza hacia el outsider de origen japonés. También se rumoreaba que la candidatura del “chino” Fujimori contaba con la aprobación del aún jefe de estado Alan García, por haber eliminado en primera vuelta al candidato Alva Castro, un adversario cuya derrota garantizaba a García el liderazgo dentro del partido aprista y una posible nueva postulación dentro de cinco años. Estas estrategias, sumadas a la buena imagen que se tenía del país de origen de Alberto Fujimori (pues Japón era el segundo país con mejor reputación entre los peruanos, luego de Argentina) y el apoyo de diversos partidos que rechazaban una eventual presidencia del candidato de Fredemo, le garantizaron a Fujimori una inesperada victoria en la segunda vuelta electoral, un 10 de junio de 1990.
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Mario Vargas Llosa sugirió en ocasiones a Alberto Fujimori que renunciara a la contienda. |
Alberto Fujimori gobernó durante más de diez años luego de la contienda. Las violaciones a los derechos humanos, la ruptura constitucional, el cierre del congreso, el golpe a la democracia y una lucha contra el terrorismo que dejó miles de muertos inocentes fueron algunos de los hechos que caracterizaron su primer periodo de gobierno. En 1995, tras ser reelegido mayoritariamente, promulgó la ley de Amnistía que absolvía a numerosos militares y policías de crímenes atroces cometidos en épocas de lucha contra el terrorismo, evitando que fuesen denunciados, investigados, procesados y condenados. Asimismo se creó la Ley de Interpretación Auténtica con el propósito de ser elegido por tercera vez. En el año 2000, luego de culminar su segundo mandato y comenzar el tercero, y además ser acusado de numerosos crímenes, renunció a la presidencia por fax y fugó a Japón. Desde entonces el Perú se ha encontrado en una pugna desesperada (no tan eficaz) por mantener la constitucionalidad de sus procesos electorales presidenciales.
DESCENTRALIZACIÓN: ELECCIONES REGIONALES Y MUNICIPALES
En el año 1989, aun bajo el mando del ex mandatario Alan García, la representación regional era muy diferente a la actual. Las elecciones regionales hacían énfasis en que existieran representantes de las organizaciones sociales en la toma de decisiones, mientras que ahora la distribución de la representación es territorial, es decir, con énfasis en cada provincia.
En el 2002, el Consejo Regional funcionaba como órgano fiscalizador, contando con un mínimo de 7 miembros y un máximo de 25, habiendo un mínimo de un representante por provincia y el resto de acuerdo a ley según el criterio de la población electoral. Estos Consejos Regionales se eligen por sufragio directo y tienen una duración de cuatro años.
La influencia de Alan García durante los procesos electorales regionales fue de suma importancia pues, contrario al mandato del luego presidente Alberto Fujimori, el Perú se permitió elegir a sus autoridades municipales y regionales. Las funciones municipales durante la etapa del fujimorismo, en cambio, restringió las funciones municipales y suprimió los gobiernos regionales.
No obstante, cuando se consultó a cuatro ciudades diferentes acerca de los jefes de estado con mayor éxito en procesos de descentralización en los últimos cincuenta años, los elegidos fueron Fernando Belaúnde y Alberto Fujimori, y el considerado menos descentralista fue Alan García.
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La representación municipal y regional es necesaria para garantizar la democracia nacional. |
Por esto hablamos de un fracaso rotundo en la descentralización del país en cuanto de procesos electorales se trata.
La transferencia de funciones y competencia no se encuentra en igualdad de condiciones en los procesos regionales y municipales como lo está en los procesos electorales presidenciales, aún con todas sus deficiencias. A nivel regional y local se ve magnificada la debilidad de la democracia del nivel central. Si bien sabemos que la descentralización de los pueblos ha fallado, las medidas compensatorias que le corresponden al estado para corregir esto debe estar en la mirada de todo el pueblo peruano pues esto deja ver la fragilidad de una democracia recién adquirida y un mal funcionamiento de los tres niveles de gobierno peruanos.